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…la vida es galopar un camino empedrado de horas minutos y segundos…
¿Por qué ella lo ha podido conseguir al fin y yo no? ¿Que es lo que realmente tienen de diferente nuestras historias? nuestros caminos desde un primer momento dejaron de seguir una misma ruta, se deshicieron de ataduras en momentos diferentes, cual tuvo más éxito, salta a la vista. Cuando todo dejo de tener valor, cuando ya todo resbalaba sobre mi cada día más maltrecha piel, cuando conseguí que el tren pasara de largo mientras me quede mirando sentado en un banco desde la estación, cuando ya no lograba apreciar la luz del sol y los días me parecían de una pesadumbre y una pobre tristeza cada vez más espesa, me daba la sensación de solo ver una luz. No me daba la sensación, solo veía una luz. Esa luz engañaba cuanto más me acercaba, de cálida y limpia como prometía al principio, paso a tenue e incluso grisácea ahora que estoy en ella. Es más, ya no hay ni luz. Todo ha muerto a mí alrededor. Las flores se pudrían a mi paso, los pájaros ahogaban su dulce canto en las gargantas mientras protegían a sus crías cuando percibían mi desagradable halo, los niños temían mi mirada y atravesaban la calle antes de que yo pudiera cruzarme con ellos, las mujeres cubrían a sus bebes mientras bajaban las cabezas apartando sus inocentes ojos de mi vacía mirada, el aire se volvía pestilente cuando me rozaba si quiera, y mi sombra parecía tener miedo hasta de mi mismo. Ahora ya el barro está cubriendo lo que antes fueron unas virtuosas manos.
Ya el frio intenta apagar el último resquicio de vida que queda en mi cuerpo. A si esta mejor todo. No he dejado ninguna tarea pendiente en este vertedero que llamamos mundo, no he dejado una sola cosa sin estar en su sitio, he hecho todo lo que debía, lo único que se ha quedado en esta vida ha sido mi persona. El único problema de haber cumplido con todo, y de haber logrado que todo saliera bien, es que he dejado mi alma, mi corazón, mi cuerpo y mi mente en el camino. Los perdí lentamente, en este orden. Los he reventado poco a poco, atormentado y torturado minuto a minuto, haciéndolos caer sin piedad hasta que han muerto despacio, cruel y dolorosamente.
Y ahora me pregunto qué será de ella mientras yo danzo descalzo en esta ardiente hoguera. Me pregunto cómo habrá cambiado su vida después de aquel final inesperado que me convirtió a mí en polvo y a todo lo demás en luz, después de que yo me borrara del gran camino empedrado que tuvo que galopar día a día por tenerme en su vida, después de que por fin la paz pudiera llegar a su bronceada piel. ¿Seguiría la trayectoria que lleva a las nubes? Si, seguro que sí. Ella siempre supo que es lo que debía hacer, siempre supo, aunque no lo dijera, que lo mejor era separarse de mi camino, una vez tras otra supo aconsejarme por el sendero que me llevaría a comprenderlo todo, pero yo nunca quise hacerle caso, me sentía ciego de rabia y dolor. Nuestro árbol nunca creció recto, desde un primer momento, y por más rachas de viento que nos visitaran, nuestro arbolito ni se inmuto. Nunca pude comprender que es lo que mi corazón debía hacer. La neblina del ambiente lo contagio desde aquella mañana de otoño…nada tenía sentido. Corazón que a veces todavía dudo de que llegase a existir, corazón marchito y roído por la desgracia que una vez llego a mis pies. Nunca hubo esa brújula que guiara mis pasos, nunca conseguí que una rama me indicara el camino, nunca tuve una estrella. El viento fue nuestro único aliado cuando vinieron las grandes nevadas, un pájaro marrón visito nuestro hogar cuando el sol aun brillaba reinando en lo alto del cielo. Volar, solo quise y quiero volar.
Seguramente en estos momentos guarde todavía un agrio sabor de esa larga etapa de su vida en la que yo me vi involucrado, o quizás simplemente ya haya recogido las fuerzas suficientes para olvidarlo todo y empezar de cero. No lo sé, sinceramente no lo sé. ¿Qué podría sentir? ¿Qué mal recuerdo tendrá? El que fue. Rabia. Dolor. Resentimiento. Añoranza. Otra vez rabia. Y otra vez dolor. ¿Esperanza? Siempre. Esperanza…que bonito sonaba entonces en sus labios, cuando todavía pensábamos con ilusión que todo pasaría de largo, que solo había que esperar. Otra historia de grandes esperanzas muerta en el intento. Y es que aunque me cueste recordarlo había días que todavía reíamos en la lumbre mientras tomábamos una buena copita de vino mientras leíamos aquellos poemas. Recuerdo uno, nuestro favorito…como decía…:
par les soirs bleus d’été,
j’irai dans les sentiers,
picoté par les blés, fauler
l’herbe menue:
réveur, j’en sentirai la
fraicheur a mes pieds.
je laisserai le vent
haignes ma tête nue
je ne parlarai pas, je ne
penserai rien:
mais l’amour infini me
montera dans l’áme,
et j’irai loin,bien loin,
comme un bohemien,
par la nature, heureux
comme avec une femme
Al recordar todo esto todavía me vuelve un poco de ilusión por vivir, por recobrar todo lo que perdí. Incluso creo que late mi corazón ya casi inerte. Más no. La fuerza vital ya ha abandonado mi cuerpo, ya ni puedo sentir felicidad ni dolor, ni ansiedad, ni inquietud, ni impotencia, ni tristeza, ni nada. Ya no puedo sentir nada. Perdí poco a poco los sentimientos. Los tuve que dejar tirados para poder arreglarlo todo, que todo volviera a su sitio y que al menos alguien pudiera vivir. Me sacrifique, pero hacia mí mismo, hacia mi persona, hacia todo mi ser. Tenía que hacerlo. Ahora muerto estoy.
LUZ LUZ LUZ LUZ
Luz, maldita sea la luz….
viernes, 20 de febrero de 2009
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