...el detalle, el suspiro...

jueves, 22 de octubre de 2009

Desde lejos, donde llueve...



En mi vida, todos los minutos que pasan lloran.
En ella todas las preguntas sin respuestas tiemblan.
El mar le grita al viento,
las aves le gritan al mar,
el viento les grita a las aves.

En mi vida todos los minutos que lloran pasan.
En ella los perfúmenes no rondan mi cabeza,
ni mi cabeza ronda tus perfúmenes,
ni el sueño me despierta temprano,
ni las madrugadas me quitan el sueño.

En mi vida no hay minutos,
ni tiempo de buscarlos, ni gritos,
ni lloros, ni aves, ni mar,
ni colchones desgastados,
ni camas desechas.

En mí, no estás tú, ni siquiera yo.
No hay cara o cruz en las monedas.
No hay monedas siquiera.
El río no se lleva las olas,
ni las olas se llevan tu voz

En mis últimas noches la luna se olvido de salir.
Tú te olvidaste de venir,
la puerta se olvido de cerrar,
las llaves de abrir,
yo me olvide de amar.

Ni tan siquiera nos dimos cuenta
de las ganas de quemarlo todo
De el control del fuego.
Del tiempo ardiendo.
De la ceniza volando.

En nuestra vida si hay minutos que lloran al pasar.
Y tiempo que ya perdió la cuenta.
Hay aves y mar tras los balcones,
pero no existen las llaves para entrar,
ni existe una senda que por las praderas se deshaga

En la vida hay redes encima de los caballos.
Y sonido de céfiros que golpea en mis cristales.
Hay agua que cae del cielo compadeciéndose.
Hay compadecidos que no saben amar.
Hay calor que no sabe quemar.

Existen los Atila que arrasan la hierba,
la hierba que crece en nuestros salones,
los salones que no albergan,
los ríos que no lloran,
las aguas que no mojan.

El momento de perder ya pasó
no hay momento que tras momento se repita,
no hay romance ni hay amor,
ni existe el tiempo ni el reloj.
No estás tú tras ninguna ventana

No te consigo ver, ni en la acera,
no te consigo ver, ni en el tejado,
no te consigo ver, ni en mis versos,
no te consigo ver, ni a mi lado,
ni me puedo ver, vivo y enterrado.

Levántate para gritar por el bosque
lo que la dama de blanco se llevó,
lo que el flautista no te supo cantar,
lo que la flauta no te supo llevar,
lo que la reina de mayo te quitó.

En mi vida no hay tiempo para los minutos.
Ni lloros en las lágrimas, ni amor.
El mar no le grita a mis paredes,
y mis paredes ya no me pueden escuchar,
la saliva ya cae de la lluvia,
mis papeles ya se ven en los arboles,
con la voz que no puede gritar,
ni cantarte, ni volver a escribirte.

Cuando el tiempo me cansa y los minutos se vuelan
no puedo dejar de escribir en la pared
Cuando el tiempo se cansa, no dejo mi alma
Cuando los minutos se vuelan, las paredes me escuchan
mi aburrido himno, que aburre

El camino de que el compadecido deje de compadecerte
Y que los puentes se vuelvan a cruzar a caballo
Que yo te vuelva a ver con vaqueros,
Y mi mirada no se emborrone por la noche
Desde lejos

Desde lejos no existe lo real,
ni lo imaginario.
Desde lejos no existes.

Desde lejos no vuelo,
ni caigo.
Desde lejos no vuelo.

El arquitecto ideo el plan a dedo
Y espero que el universo no se equivoque,
que no se pierda el equivocado,
ni la piedra caiga en otro mar
perdida y lejos de nadie.

Espero no bajar al infierno.
No quedar dentro del noveno círculo,
ni tener que ascender a tu cielo.
Espero que al menos estas letras
sean mi guía.

En mi vida la selva oscura de tu cabello.
En mi vida el cabello en mi noche oscura.
En mi oscura noche tú cabello.
En mi cabello tu oscura noche.
En mi noche tus largos días.

Beatrice, amada, en mi vida no hay tiempo.
En mi vida las preguntas rompen las respuestas
y tus llamas calman mi sed.
Las largas jornadas caminan descalzas
y eso que las aves no corren.

Los señores y las señoritas pasaron de moda,
el alma se cambio de alcoba,
las nubes pasan de sombrero,
los puertos grises mantienen la sombra,
mantienes la sombra de los puertos grises

¿De dónde se parte para partirme en dos?
De donde se llora no hay dos, solo tu.
Yo soledad, yo inferno, yo pasará.
Éramos sin ser, y éramos perfectos
Éramos sin ser y aun así éramos

Y jugamos a las espadas, a los adultos y a las princesas
pero yo no tengo espada para luchar por ti
y tu castillo es demasiado alto, princesa
tus paredes demasiado gruesas, y el caballo demasiado viejo
el grito al cielo ya no repta por mis venas

En mi vida, no hay princesas, ni estoy yo,
no estás tú ni el amor
No hay mar ni aves que se griten,
ni aves que discutan con el aire,
ni aire que pueda respirar.

Yo no estoy,
desde lejos no vuelo.
Yo no soy.

Tú no estas,
desde lejos no te veo en tu ventana.
Tú no estas.

Nosotros ( )
Nosotros nada
Nosotros ( )

Yo no río a las estrellas hablándole al cielo
para que el suelo me destroce los pies.
Y el camino no ande bajo el mar,
o el universo se pare y no cumpla sus promesas,
o la noche me llene tanto que me haga olvidar,
olvidar que se pueda olvidar de algo.

No hay cara o cruz en mis monedas,
Ni tiempo, ni mar, ni aves,
ni mi inmensa soledad que me dejó solo.
La realidad es creada por arquitectos,
medicamentos y arsénicos.

El agua que ya no cae para compadecer,
sino para golpear.
Y el aire ya no para de correr,
para enseñarme a soplar

El cielo, bajo la purgación, bajo el inferno
Bajo los montes, tus mirada y Atila
Bajo el mar y la hierba y el salón.

El reflejo del balcón en ultramar
Un caballo, hartado de correr

Ahora, no deja de llover.


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