...el detalle, el suspiro...

miércoles, 17 de febrero de 2010

Canto VI


Me dispongo a marchar ahora por la llanura asceta,
donde cantaré a todas las hojas muertas,
acarrearé la verdad heredada
desmintiendo mi presencia en este mundo.

Enviaré cartas a las aves
que actuarán de mensajeras llevándolas a tiempos perdidos,
inmemorables odas vendrán entonces a mi mente
y haré que se marchite el veneno de mi sangre.

Sonarán pianos chocar contra las paredes de todos los montes
y su grotesca melodía silbará en mis oídos,
como hace el rumor del rio
en la mañana fría, áspera y encerrada del invierno.

Abrazaré la cicuta y te necesitaré,
caminaré estepariamente solo por países que no serán mi hogar,
te necesitaré sin forma a mi lado,
cómo la cicuta me acompañará en el viaje.

Habré regresado lento y hastiado de valles claros y altos,
para ahora apreciar el pesado camino
que, descalzo, anda bajo mis pasos,
cómo omnipresente mensajeros de piedades lejanas.
Descansarán las hojas de los arboles otoñales
sobre mi espalda, y seré lobo.
Beberé de ríos sin sed y apagare los fuegos,
las señales y los caminos.

Me marcharé lejos, al lado del vino solitario,
y marcharé tan lejos como lejos se van las aves,
o como lejos te lleva la alondra al despertar
o el ruiseñor en la noche.
No hablaré de nada, ni tan siquiera lloraré,
serán odios lentos y amados,
amados cuadros de escenas baratas,
de hotel en el barro, donde el alma llora a quien falta.

Un momento pido,
un instante,
un sorbo,
sólo.

La lengua descansará hastiada donde el veneno la embriague,
y mis labios serán poemas de personas vanas,
de llantos felices que detestaré y desearía ver enterrados,
serán versos amargos de ferias lejanas.
Me dispondré a caminar bajo el cielo de esta ascética llanura.
Amaré las piedras y calmaré mi llanto exaltado.
Aclararé el camino hacia ningún lugar,
y recobraré la melodía de himnos infinitos.

Comprenderé el significado de antiguas canciones,
de baladas que las plantas escribían a mi paso,
gozaré babilónico de símbolos que han sido dejados a mi paso por el diablo,
y le tenderé mi mano amiga.

Un momento pido,
un instante,
un sorbo,
sólo.

Nunca más necesitaré de cuerpos donde desenterrar llantos,
y hablaré tocando las puertas de un cielo interior,
de una isla clara que en el verano cerrado calló.
Recogeré los libros de vuelta a casa.

Y en mi huida lejana recordaré tiempos florentinos,
romanas tempestades, y vientos franceses,
aires cargados de mansedumbre abochornante,
o baladas interpretadas por un piano que choca con los montes.

La voz de ella será…ay… será mi todo.
Susurrará en las nubes mientras me mire redonda y opaca,
vigilando los caminos de heno de puñales,
de gentes grises y de farolas apagadas.

De vuelta estaré en una tierra donde el viento antes rompía los ramos,
y descolgaba tenue la leve poesía del alma,
añorando siempre, sólo, y siempre,
el color de plata de un enamorado.

Será como tres minutos de dulce musicalidad,
de risas, lloros y vueltas a lo oscuro.
Viendo caer las hojas del otoño uno cree ver el azul del mar,
los acantilados, que chocan con las olas, como la hoja en mi hombro quiere posarse

Crees reinar sobre corazones de escarcha,
y solo gritas por volver a la vida.
Y te encuentras de nuevo sobre poemas de ascetas,
en tierras de polvo y tiempo.

Una huida pedí sólo,
sólo una,
solo.

¿He de hablar triste de aquella a quien se llevaron las golondrinas?
Si ellas la cogieron, ella cogió la frialdad del invierno,
el calor del verano,
la pausa otoñal y el fervor de la primavera.

Mi temprano vals se bailaba solo, en el bosque,
rodeado de hojas caídas y tiempos muertos,
en derredor de viejas cavilaciones,
y barro en las botas.

Sería beldad mi poesía para decorar las mansiones
si en ella no hubieras estado, si lejos de mi nunca hubieras amado,
y en soledad me lamento y ando lento por valles de tiempo,
escuchando violines que cantan a los pianos y entorpecen las nubes y al sol.

Calienta demasiado el rio,
y revolotean demasiados oros grises y verdes,
demasiado veneno rojo de tu perfume exhalo,
donde los besos vuelan pero no pueden llamar, ni clamar, ni soñar

Será como el viento que pasa por este valle de poetas muertos,
donde despacio narra historias la locura a los días y noches de trampas.
Será lejos, como en un viejo valle asceta de tierra y polvo,
lejos, donde solo se respire veneno, amor y muerte.







4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡cuánta pasión por escribir! sigue así

(siento firmar como anónimo)

Caótico Parisino dijo...

Querido Anónimo, en gran estima muevo esas palabras a mi corazón, aunque calles tu nombre. Mil gracias, e intentaré no defraudarle.

Un saludo, Caotico.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Caótico, te aplaudo con ganas, porque este canto es bellísimo, aparte de toda una declaración de principios.
Mi enhorabuena, poeta.

Caótico Parisino dijo...

Te doy mil gracias Isabel, me halagan tus palabras, y me entusiasma tu disfrute. No hay principio más básico que el siguiente: Amor y Muerte.
Mil gracias de nuevo
Un abrazo entusiasta, Caótico