...el detalle, el suspiro...
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jueves, 28 de octubre de 2010

Comprensión

Sentir, por los campos azules, la noche,
la reina negra.

Sentir el segundo, y el infinito,
allá donde acaba el horizonte.
C’ est la comprehesión de l’âme.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Un absurdo...

(atardecer con vos)
Un movimiento absurdo,
un respirar de emociones vanas y yermas
que danzan sin ritmo en una hoguera sin culpables.

Un absurdo,
un soliloquio dentro de la exaltación,
la consumición, la extrapolación,
la expresión, la maduración, la canción
la inspiración, el horror, la vomitera,
la llantera, el dolor o el amor,
la borrachera, la estratosfera, el bien,
o el cielo, o la tierra o el mar…

Un movimiento absurdo,
un movimiento de bienes y ocio,
de tigre devorando las claves y haciendo
aceite en la espuma y en el mar,
devanando los sesos, las manos, los muñones,
la sangre,
el tigre,
lo absurdo,
lo razonable,
la sin razón,
la hipérbole…

Un absurdo ,
una correspondencia autónoma
intacta tras el paso de los años,
una rutina de vienes y voy, y novedad,
y una rutina de viernes en viernes,
noches en noche, seis en el seis,
y nunca las siete y nunca el cielo,
y nunca el juego de dioses,
y nunca lo corriente,
y nunca la repetición,
y nunca tu o nunca yo.

Un movimiento absurdo
de moscas en la basura, de ¿dónde estás?
de sombra en los cristales,
de ventanas por donde tirarse,
de ¿de donde estás?
del reino inefable, eterno inenarrable
de ventanas por donde tirarse,
de tirarse con la casa por ella,
de tirarse con la ventana por ella,
de tirarse con el marco por ella,
de tirar mi vida por ella,
de tirar por ella,
de ella,
ella

Un movimiento indescriptible,
un movimiento conjunto,
un movimiento absurdo,
de razón irrazonable,
de ver detrás de los ojos.

Un movimiento que es nuestro movimiento y no hay más,
y da igual que sea movimiento
y da igual el tiempo
y da igual la sombra, el mar
y da igual…

y yo, mas yo,
y y tú mas tú
y yo, y yú
y to y tú

Cada vez menos yo y cada vez menos tú,
cada vez menos “ellos” porque cada vez mas “nosotros”
y da igual la casa, y la ventana,
y que nos hallamos tirado,
y que hallamos tirado la casa,
y la ventana,
y el vacio,

Porque el movimiento no será o no es o hacemos que sea
cada vez menos absurdo ,
porque el movimiento de estos puntos de luz extranjera
que no sabemos bien si cometas, planetas, estrellas,
basura espacial, nave, acero, materia o antimateria,
judía, cristiana, negra, blanca, roja, verde, terrestre,
extraterrestre, cromada, exacromada, yuxtacromada,
decromada…
Es cada vez un movimiento menos absurdo en el espacio
y estas figuras eternas, minúsculas,…
forman nuestra figura, nuestro lento abrir de ojos,
nuestro sueño ligero y cotidiano,
nuestra elevación infinita…
Un ritmo absurdo en la razón
que hace danzar por hogueras, memorias,
recuerdos, lauras, beatrices, madonas, magas,
helenas, ítacas, peumayén, oxímoron, y paradojas,
desequilibrio y equilibrio, piratas y princesas,
soldados y enfermeras, borrachos y camareras,
amor y odio, dolor y muerte, calor y barro.
Un ritmo absurdo que protege nuestros pies al danzar por la hierba
y por el fuego,
que protege al calor del vino, al calor de las rosas,
una melodía exasperada que ruge desde la profundidad de la tierra,
un ritmo, un movimiento, un llanto y una alegría,
rosas muertas que salen del cesto
siempre luchando contra la nada, una vida,
una vida
siempre luchando contra la nada
que nos barrera
y que mas da.

Como hablar fallando y sin sentido es
en efecto es precisamente la sabiduría
este mundo que no se entiende sin mente
una de las cosas mas bellas, y eros es amor
y sin ti, y sin tus noches, noches reciprocas que
respecto de lo bello, de suerte que es forzoso

no me puedes decir con palabras, y si las dices
que eros sea amante de la sabiduría, y, como es
bien sabes que no las creeré, que la piel engaña
amante de la sabiduría, se halla
y el cuerpo, y la mente, y todo es falso
a medio camino entre

y no nos vemos, como no nos sentimos,
sabio e ignorante…
pues la luz que nos une es tan absurda, que podríamos
ser moscas, o dos puntos de luz que dibujan
nuestras absurdas figuras sin sentido en el aire
de la noche, en los días, dibujando sin vernos la más
absurda de las figuras, como el lenguaje, que no

dice nada, y sin embargo nuestra figura,
como este juego opaco, del que me dispone Cortázar
para explicar como desde lo absurdo todo es
entendible, y te quiero…

Me paro, saboreo el aire…

Respiro
(-Mira, cierra los ojos,
somos una estela..)

Que el mundo está ahí fuera, ( o no está)
y nada se entiende, y no hay redes, ni lienzos…

martes, 9 de marzo de 2010

Elegía a la experiencia.

Un canto de tierra seca que mueve los océanos,
debilita y devora teatros y a sus espectadores,
movido por la bruma.

Entonces es cuándo el sol nace y muestra el Símbolo,
como nunca antes nada podía haberlo desdibujado,
como contradicción absoluta.

Entonces es cuándo la noche toda lo invade,
y comienza el sueño, como rezo y canto,
y comienza el sueño, siempre nuevo,
siempre nuevo, como el mar y su espuma.

jueves, 18 de febrero de 2010

Soneto VII

(Inciso)


Querer ahogar lo bello de la noche,
matar los ritmos lentos del camino
como Barro soñó ser tu destino,
y en la vida vagar como fantoche.

Seré el humo viejo de los coches
cuando al atar mis manchas al vestido
de las damas del cielo, clandestino,
y el mundo así me mire y me reproche.

De símbolos llené presto el legado
de una vida de muerte desgastada,
con viejas ropas, sucio y demacrado

Para ofrecer el rapto en madrugada,
cuando tu hiel oscura cambie el prado,
y tu nombre consiga, rosa y daga.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Soneto VI


A las calles ciegas, mudas, de París,

Culpables de no sabernos retener,

Escribo, hablándoles de merced

Un soneto, mil aguas, que sentí


En un sueño, quizás, te descubrí,

Soñando, quizás, rebelde te amé

Escribiendo “entonces”, te aguardé

Y aún espero aunque, ya, te perdí.


Olvidar el mar, que, a veces, escuchó

Olvidar volar, y quedar en tierra

Olvidarte a ti y olvidar el tiempo


Para sentirte cerca al decirte amor

Y elevarnos altos, dejar la arena

Tú conmigo y el destino ahogado.

Soneto V


Sangre, mátame y dime que no sangre,

muérdeme y siénteme blanco marfil,

que de tu boca me llevaré el perfil

sin sentirlo, pues siento no matarte.


Tiempos, someterme a vuestro estandarte,

obligadme y podré así sentir,

mas te negaré, que hace tiempo vi

tu rango de asesino denigrante.


Déjame bajo tierra seca atado,

alimento para el ave rapaz,

cual negro pasto de tu negro verso.


Cansado mártir en monte arraigado,

desplumado de razón pertinaz,

y del viejo halo de oscuro beso.

martes, 22 de diciembre de 2009

Negro manto blanco


Bajo un negro manto blanco
el sol pierde su cordura
de rayos grises tiritando,
de alfombras blancas, fría noche
escondida.

Bajo un negro manto blanco
de grises puertas,
de negras vías.
Sus aceras mojadas gritan:
-¡escondida!

Bajo un negro manto blanco
se deshacen las estrellas,
el niño mata
sus problemas cuando
moría.

Bajo el cielo negro blanco
se oyen campanas
que tiritan,
pájaros que vomitan
su sangre, que salpica

Voces callan con el viento
bajo el negro manto blanco.
Aceras sometidas
a un crucero
por los muertos
de barro.

Almas se ahogan con mi espuma
de mi espuma
paranoide viscerada,
no dan señales que apunten
señaladas direcciones.

Donde el frío me resguarda
no se sienten
ya las máscaras.
No me mires esta cara
negra blanca, de mortaja.

Bajo el cielo negro blanco
y la blanca calle negra,
un poeta, blanco desnudo,
con la negra y fría escarcha,
muere helado,
dulce pena.
14-12

domingo, 20 de diciembre de 2009

Si no te sé decir...


No me disculpes

si no te sé decir,

como un pájaro:

-Vuelve a la alcoba,

a la torre,

al balcón,

a mi vida,

si cuento las horas.


No prometo nada,

ni te aseguro algo.

No te quedes callada

si te miro

y paso,

al reír,

al hablar,

o al cantar,

y me duele el alma.


La luna no te daría,

no la tengo.

Te daría todo lo que tuviera,

no algo más.

Más no,

más nada,

más quilates,

más amor.

Te los daría si cupiese


Ríe y sonríe, Bella,

que tus lágrimas me acongojan.

Escribe callada,

escucha tiernamente,

tu sonrisa dulce,

mis notas,

tus miradas,

una escapada,

nuestras caricias.


El tiempo me las roba

y me hace esperar.

Es la distancia,

la más larga.

Más que las noches

vacías,

mudas,

de oro.


No prometo,

no hablo,

no escribo ni miento.

Disculpa mi silencio.

Para mí

cruento.

Para ti

¿Quién sabe?


No grites callada

que no te puedo oír,

mas cuanto quisiera

del comienzo de tus letras,

del compás,

del corazón,

y de tus pasos.


Como una balada,

no la puedes ver,

ni escuchar.

Lo siento,

pero lo sientes,

cada instante

cazando rumores,

silbidos

al viento.


De este modo

triste, mi Bella,

lanzo mi sentir,

flecha ciega

de destino mudo.

Mar de tierra

y ¿Qué es?


Mas nada sé

¡oh, tierna dama

de cristal rojo!

Más nada sé.

¿Tu sabes?

El tiempo nos escucha

y, quizás,

nadie más.


Mas nada sé.

Ni podría saber

que pasos anda la vida

que caminos

escogen los senderos,

que paisajes

reciben tus miradas,

o de que río

bebes su agua.


Y yo nada sé,

Corazón de terciopelo

Perfume,

y delicada esencia,

jazmín

con otoño en flor.

Estrella de madrugada

el tiempo escucha

separa,

calla

y nos mata.


Lento,

muy lento,

como se alarga éste

al no saber

lo que separa,

pues, de saberlo

¡oh, lánguido!

no lo separaría.


De este modo,

Triste, mi Bella,

silbando,

lanzo mi sentir,

flecha ciega,

de destino mudo,

mar de tierra

y ¿Qué es?


Mas nada sé

de tus pasos.

El tiempo,

triste, mi Bella,

espero que escuche

y acorte sus horas.

Mas nada sé

de la noche

y tu eres estrella.

15-12 01:08

lunes, 14 de diciembre de 2009

Por Antonio Machado

Aunque un poco tarde, ahí va mi pequeño homenaje al magnífico.

POR TIERRAS DE ESPAÑA
El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.
Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.
Es hijo de una estirpe de rudos caminantes,
pastores que conducen sus hordas de merinos
a Extremadura fértil, rebaños trashumantes
que mancha el polvo y dora el sol de los caminos.
Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,
hundidos, recelosos, movibles; y trazadas
cual arco de ballesta, en el semblante enjuto
de pómulos salientes, las cejas muy pobladas.
Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,
que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,
esclava de los siete pecados capitales.
Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni para su infortunio ni goza su riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y malandanza.
El numen de estos campos es sanguinario y fiero:
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,
veréis agigantarse la forma de un arquero,
la forma de un inmenso centauro flechador.
Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
—no fue por estos campos el bíblico jardín—:
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Pequeña canción en prosa...to fix...


Las luces me guiarán a casa...Mientras, las lágrimas caen por mi rostro, cuando me siento tan eufórico y tan triste de nuevo, y mis huesos están apagados. Y me siento tan cansado y sin poder dormir, porque el camino todavía es largo, y estoy atascado, sin reserva. Y, mientras, las lágrimas siguen acariciando mi rostro, porque perdí algo que nunca tuve, y me siento cansado y sin dormir, porque mis huesos están apagados. Amo algo, y pienso, que las luces me acercarán a casa, y encenderán mis huesos… pero nunca sabré lo que soy si nunca conozco e intento, y me siento tan… raro, sin tener, siquiera, todavía unas luces que me guíen, mientras me siento tan eufórico o tan triste y cansado.
Y yo intentaré…salir corriendo, correr, y acercarme a ti, y repararte, y repararme, y girar en mis manos todas las luces del mundo, derribar el sol, y hacerlo una pequeña bola a tu lado, con lagrimas que caen por nuestros rostros, y un comienzo eterno que gira a nuestro alrededor. Te prometo que aprenderé, a secar todas las lágrimas del pasado, y crear nuevos universos y estrellas, porque todas nos miraran, tras los rostros agotados de la carrera, y la sonrisa del final. Será entonces cuando sepa que las luces me han guiado a casa y han encendido mis huesos.

Disculpas.


Ya no sé escribirte, lo siento.
Hazme callar, hazme callar,
con un susurro de tus labios,
con tu vestido rojo.
Ya no sé escribirte, no sé,
Porque pudiera escribir tanto

Miénteme entonces, y dime,
dime que no hable en plural,
que necesitas las palabras.

Ya no sé escribirte, lo siento.
Dame tu mano incolora
y acepta mis disculpas,
sin abrir los ojos, con un susurro,
sonriendo, sin tiempo.

Solo sé parpadear, si pasas a mi lado,
no sé saludarte, ni sé escribirte.
Pero discúlpame, con tu vestido,
rojo, de noche, con el frio entrando
Recostados en una alcoba
que no esconde la multitud.

No seguiré, pues estas palabras
no sé narrarlas, no sé.
Las que no se decirte, los versos,
mis versos, no son míos, solo son tuyos.
Acógelos, y discúlpame.

jueves, 22 de octubre de 2009

Desde lejos, donde llueve...



En mi vida, todos los minutos que pasan lloran.
En ella todas las preguntas sin respuestas tiemblan.
El mar le grita al viento,
las aves le gritan al mar,
el viento les grita a las aves.

En mi vida todos los minutos que lloran pasan.
En ella los perfúmenes no rondan mi cabeza,
ni mi cabeza ronda tus perfúmenes,
ni el sueño me despierta temprano,
ni las madrugadas me quitan el sueño.

En mi vida no hay minutos,
ni tiempo de buscarlos, ni gritos,
ni lloros, ni aves, ni mar,
ni colchones desgastados,
ni camas desechas.

En mí, no estás tú, ni siquiera yo.
No hay cara o cruz en las monedas.
No hay monedas siquiera.
El río no se lleva las olas,
ni las olas se llevan tu voz

En mis últimas noches la luna se olvido de salir.
Tú te olvidaste de venir,
la puerta se olvido de cerrar,
las llaves de abrir,
yo me olvide de amar.

Ni tan siquiera nos dimos cuenta
de las ganas de quemarlo todo
De el control del fuego.
Del tiempo ardiendo.
De la ceniza volando.

En nuestra vida si hay minutos que lloran al pasar.
Y tiempo que ya perdió la cuenta.
Hay aves y mar tras los balcones,
pero no existen las llaves para entrar,
ni existe una senda que por las praderas se deshaga

En la vida hay redes encima de los caballos.
Y sonido de céfiros que golpea en mis cristales.
Hay agua que cae del cielo compadeciéndose.
Hay compadecidos que no saben amar.
Hay calor que no sabe quemar.

Existen los Atila que arrasan la hierba,
la hierba que crece en nuestros salones,
los salones que no albergan,
los ríos que no lloran,
las aguas que no mojan.

El momento de perder ya pasó
no hay momento que tras momento se repita,
no hay romance ni hay amor,
ni existe el tiempo ni el reloj.
No estás tú tras ninguna ventana

No te consigo ver, ni en la acera,
no te consigo ver, ni en el tejado,
no te consigo ver, ni en mis versos,
no te consigo ver, ni a mi lado,
ni me puedo ver, vivo y enterrado.

Levántate para gritar por el bosque
lo que la dama de blanco se llevó,
lo que el flautista no te supo cantar,
lo que la flauta no te supo llevar,
lo que la reina de mayo te quitó.

En mi vida no hay tiempo para los minutos.
Ni lloros en las lágrimas, ni amor.
El mar no le grita a mis paredes,
y mis paredes ya no me pueden escuchar,
la saliva ya cae de la lluvia,
mis papeles ya se ven en los arboles,
con la voz que no puede gritar,
ni cantarte, ni volver a escribirte.

Cuando el tiempo me cansa y los minutos se vuelan
no puedo dejar de escribir en la pared
Cuando el tiempo se cansa, no dejo mi alma
Cuando los minutos se vuelan, las paredes me escuchan
mi aburrido himno, que aburre

El camino de que el compadecido deje de compadecerte
Y que los puentes se vuelvan a cruzar a caballo
Que yo te vuelva a ver con vaqueros,
Y mi mirada no se emborrone por la noche
Desde lejos

Desde lejos no existe lo real,
ni lo imaginario.
Desde lejos no existes.

Desde lejos no vuelo,
ni caigo.
Desde lejos no vuelo.

El arquitecto ideo el plan a dedo
Y espero que el universo no se equivoque,
que no se pierda el equivocado,
ni la piedra caiga en otro mar
perdida y lejos de nadie.

Espero no bajar al infierno.
No quedar dentro del noveno círculo,
ni tener que ascender a tu cielo.
Espero que al menos estas letras
sean mi guía.

En mi vida la selva oscura de tu cabello.
En mi vida el cabello en mi noche oscura.
En mi oscura noche tú cabello.
En mi cabello tu oscura noche.
En mi noche tus largos días.

Beatrice, amada, en mi vida no hay tiempo.
En mi vida las preguntas rompen las respuestas
y tus llamas calman mi sed.
Las largas jornadas caminan descalzas
y eso que las aves no corren.

Los señores y las señoritas pasaron de moda,
el alma se cambio de alcoba,
las nubes pasan de sombrero,
los puertos grises mantienen la sombra,
mantienes la sombra de los puertos grises

¿De dónde se parte para partirme en dos?
De donde se llora no hay dos, solo tu.
Yo soledad, yo inferno, yo pasará.
Éramos sin ser, y éramos perfectos
Éramos sin ser y aun así éramos

Y jugamos a las espadas, a los adultos y a las princesas
pero yo no tengo espada para luchar por ti
y tu castillo es demasiado alto, princesa
tus paredes demasiado gruesas, y el caballo demasiado viejo
el grito al cielo ya no repta por mis venas

En mi vida, no hay princesas, ni estoy yo,
no estás tú ni el amor
No hay mar ni aves que se griten,
ni aves que discutan con el aire,
ni aire que pueda respirar.

Yo no estoy,
desde lejos no vuelo.
Yo no soy.

Tú no estas,
desde lejos no te veo en tu ventana.
Tú no estas.

Nosotros ( )
Nosotros nada
Nosotros ( )

Yo no río a las estrellas hablándole al cielo
para que el suelo me destroce los pies.
Y el camino no ande bajo el mar,
o el universo se pare y no cumpla sus promesas,
o la noche me llene tanto que me haga olvidar,
olvidar que se pueda olvidar de algo.

No hay cara o cruz en mis monedas,
Ni tiempo, ni mar, ni aves,
ni mi inmensa soledad que me dejó solo.
La realidad es creada por arquitectos,
medicamentos y arsénicos.

El agua que ya no cae para compadecer,
sino para golpear.
Y el aire ya no para de correr,
para enseñarme a soplar

El cielo, bajo la purgación, bajo el inferno
Bajo los montes, tus mirada y Atila
Bajo el mar y la hierba y el salón.

El reflejo del balcón en ultramar
Un caballo, hartado de correr

Ahora, no deja de llover.